Fernando Ossorio cursó estudios en el Colegio de San Diego en Sevilla, pero desde muy joven mostró una fuerte inclinación hacia el teatro, una pasión que compartía con su familia. A los trece años, ya trabajaba como apuntador en la compañía dirigida por Luján, que representaba en el Teatro San Fernando de Sevilla.
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a destacar como actor, debutando junto a la reconocida actriz Teresa Lamadrid en la compañía de Joaquín Arjona, otro sevillano de renombre en el mundo del Teatro.
Entre las obras en las que intervino destacan El cura de aldea (1859), El payo de la carta , La huérfana de Bruselas (1863), El perro rabioso (1855), Entre Pinto y Valdemoro o la doble vista (1860), Adriana , y La vaquera de Finojosa de Luis de Eguilaz, en la que mostró todo su talento como actor dramático.
Fernando Ossorio no solo brilló como actor, sino también como autor teatral. Escribió numerosos sainetes y comedias que fueron bien recibidas por el público. Entre sus obras destacan El payo de la carta (1854), Los parvulitos (1852), Walter (1863), ¡Por ella! (1856), La aurora de la fortuna (1859), Los ojos del alma (1863), y la comedia Entre Pinto y Valdemoro o la doble vista (1851), escrita en colaboración con Ricardo Puente y Bañas. Dejó también una obra póstuma titulada Haz bien… (1863).
Desde joven, Ossorio sufrió de una delicada salud, especialmente debido a una enfermedad cardíaca que descubrió y que finalmente le costó la vida. Falleció el 22 de septiembre de 1862 en Madrid, a la temprana edad de 31 años. Aunque se ha dicho que murió en el teatro, no hay evidencia concreta que respalde esta afirmación.
Inicialmente fue enterrado en el cementerio de San Sebastián, pero en 1934, a petición de la Asociación de Escritores y Artistas, sus restos fueron trasladados al Panteón de Hombres Ilustres de la Sacramental de San Justo en Madrid. Este acto contó con la presencia de autoridades, compañeros de profesión y un gran número de personas que le rendían homenaje. Su ciudad natal, Sanlúcar de Barrameda, le dedicó una calle en su honor, reconociendo así su legado en el teatro español.
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