El sepulcro de Rodrigo Álvarez “es un compendio de algunas de estas cues-tiones, plasmadas en la piedra.
En él se representa su funeral al que asisten algunos clérigos y un grupo de gente que llora por su muerte; de esta forma se describen plásticamente no sólo sus exequias sino la certeza de que el cristiano
»no muere sólo», sino acompañado por la comunidad a la que perteneció en la tierra mientras vivía (re-presentada por algunos miembros del clero y también por fieles que asisten tristes por su desaparición) y por la comunidad de la Iglesia del cielo (representada por los ángeles que decoran el arcosolio del sepulcro donde dos ellos llevan a lo alto el alma del difunto).
La contemplación de la cruz de Cristo es fundamental ante la realidad de la muerte. Con su muer-te, el Señor destruyó la muerte del ser humano, por ello aparece ese sencillo calvario donde Cristo está acompañado por los dos ladrones y por san Juan y la Virgen, que recoge su sangre con un cáliz recordando a la Eucaristía en la que se actualiza la Pascua del Señor y donde siempre se ora por los difuntos.
Finalmente, la representación de unos criados que reparten pan a un grupo de pobres y peregrinos en la parte frontal del sarcófago, recuerda la virtud de la caridad que el fallecido ejerció con los necesitados; ello es, al mismo tiempo, memoria de sus virtudes y exhortación® para los vivos que contemplamos este magnífico sepulcro.”
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