Tras realizar sus estudios en el Colegio de San Isidro y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF), fue discípulo de Valeriano Salvatierra, a quien ayudó en la creación de las figuras para la fachada del Museo del Prado. Su carrera dio un gran salto en 1832 cuando obtuvo una plaza de pensionado en Roma, donde estudió bajo la tutela del renombrado escultor Pietro Tenerani, quien lo consideró uno de sus alumnos predilectos.
Entre sus primeras obras, destaca el relieve en escayola de »Perseo liberando a Andrómeda» (1834), creado durante su tiempo en Roma, y que se conserva en la RABASF. También ganó el 2.º Premio de 1.ª Clase en la Academia Romana de San Luca. Su escultura »Eurídice mordida por el áspid», producida en 1838 y posteriormente trasladada a mármol en 1865, fue reconocida como una de las obras más bellas de su tiempo y ahora se conserva en el Museo del Prado.
A su regreso a España en 1838, fue nombrado individuo de mérito por la RABASF y comenzó su carrera docente en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, donde permaneció hasta su jubilación en 1886. En 1846, Isabel II le encomendó el desmontaje del sepulcro del cardenal Cisneros, un trabajo de gran envergadura.
Entre sus múltiples obras públicas se encuentran la estatua de la Virtud en el obelisco madrileño del Dos de Mayo (1840), las figuras alegóricas en el Panteón de Hombres Ilustres, la estatua de Bartolomé Murillo en Sevilla (1861), y varios retratos en mármol y yeso de figuras como Antonio Gil y Zárate, Diego de León y Argüelles.
Además de ser un escultor muy prolífico, recibió numerosos honores, incluyendo la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica en 1871. También fue reconocido como escultor honorario de cámara y académico de San Fernando desde 1857. Sus obras se encuentran en varios lugares destacados, como el Congreso de los Diputados, el Palacio Real y el Museo del Prado, y abarcan desde esculturas monumentales hasta pequeños bronces y relieves.