Carlos Rodríguez Fontanes, nacido en Manzanares (Ciudad Real) en 1879, fue criado en La Coruña. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo a los 18 años. Viudo y padre de seis hijos, falleció cuando ninguno de ellos había alcanzado la mayoría de edad.
Como comandante, asumió el mando de la II Bandera de la Legión en 1921, tras la enfermedad del comandante Cirujeda. Lideró la defensa de Melilla y las operaciones posteriores al desastre de Annual. En una de estas acciones, la toma de Anvar en la meseta de Arkab, iniciada el 18 de marzo de 1922, resultó gravemente herido en el vientre, falleciendo la madrugada del día 20.
El periodista y legionario Carlos Micó relató su muerte, destacando la profunda admiración que le tenía, describiéndolo como una figura paternal dentro de la Legión. Un día antes de su herida, Fontanes conversaba con el capitán médico Fidel Pagés sobre su familia, revelando que era viudo con seis hijos pequeños. Mostraba poca preocupación por las balas debido a su experiencia en el campo de batalla, aunque confesaba temer las heridas en el vientre, a lo que Pagés le aseguraba que, si era atendido dentro de cuatro horas, no correría peligro.
El 19 de marzo, una bala de plomo impactó en sus intestinos. Mientras lo transportaban, Fontanes pidió que avisaran al doctor Pagés, pero este estaba lejos y no pudo llegar a tiempo. A medida que las horas pasaban, Fontanes observaba su reloj y se resignaba a su destino. Finalmente, en la madrugada del tercer día, pronunció sus últimas palabras: »¿Pero no me curan? Mis hijos… las pobres niñas… Pero es por la Patria… ¡Viva la Legión!»
Su muerte conmocionó profundamente a los legionarios que lo acompañaban. La falta de recursos médicos y el aislamiento de la posición contribuyeron a la tragedia, quedando su nombre vinculado para siempre a la historia de la Legión y la toma de Anvar.
Descansa en el Panteón de Héroes del Cementerio De la Purísima Concepción de Melilla
Fila 5, nicho 7
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