Cristóbal Oudrid Segura nació en Badajoz el 7 de febrero de 1825 y falleció en Madrid el 13 de marzo de 1877. Compositor y director de orquesta, provenía de una familia flamenca cuyo abuelo combatió en Waterloo en el ejército de Napoleón. Estudió música con su padre, un músico militar, tocando varios instrumentos y especializándose en piano. Llegó a Madrid en 1844, donde entabló amistad con Baltasar Saldoni y sobrevivió componiendo piezas como Recreos del artista, basada en textos de Ramón de Valladares y Saavedra.
Su debut en el teatro ocurrió en 1846 con la zarzuela La venta del Puerto o Juanillo, el contrabandista en el Teatro del Príncipe, empleando dialecto andaluz y estilos musicales como seguidillas y jaleos. Posteriormente, estrenó El ensayo de una ópera (1847), zarzuela que satiriza el teatro musical con influencia del teatro europeo. Este estilo moderno se consolidaría en zarzuelas posteriores, como Misterios de bastidores (1849) y El dúo de La africana (1893).
En 1850, junto a Joaquín Gaztambide y otros compositores, fundó la Sociedad Lírico-Española, estableciendo temporadas líricas en teatros como el Teatro del Circo, con éxitos como Buenas noches, señor don Simón (1852). La obra se mantuvo en repertorio por su fusión de música popular española y formas tradicionales. En 1856, Oudrid dejó la Sociedad y, tras conflictos con sus socios, dirigió la orquesta del Teatro de la Zarzuela, estrenando obras como Memorias de un estudiante (1860) y Matilde y Malek-Adhel (1863).
Desde 1860, Oudrid se enfocó en zarzuelas breves, muchas para la compañía de los bufos Arderius, y en 1870 estrenó El molinero de Subiza, considerada su obra cumbre por la crítica. Esta zarzuela histórico-romántica usaba recursos españoles como la jota, además de música de sabor europeo. Su Salve, Estrella de los mares fue adoptada por la Marina Española.
Hacia el final de su vida, Oudrid colaboró con la Sociedad de Conciertos de Madrid, dirigiendo en los Jardines del Buen Retiro. Su obra Vals y Galop infernal fue interpretada en varios conciertos. Su enfoque autodidacta lo distingue de sus contemporáneos, empleando formas populares españolas como jotas y fandangos, lo que le otorgó una singularidad en el género lírico. Obras como El postillón de La Rioja y El molinero de Subiza se destacan en el repertorio nacional, y su figura merece una valoración histórica que recupere sus contribuciones.