Emilia Pardo Bazán y De La Rua Figueroa (La Coruña, 16 de septiembre de 1851 – Madrid, 12 de mayo de 1921) fue una destacada novelista, ensayista, poeta, periodista y catedrática de Literaturas Neolatinas Contemporáneas en la Universidad Central. Provenía de una familia gallega de abolengo; su padre, José Pardo Bazán, era político y recibió el título de conde en 1870 por su ferviente defensa del catolicismo.
Desde niña, Emilia mostró una inclinación por la lectura, destacando en su formación autodidacta. Su padre apoyó plenamente su desarrollo intelectual, mientras que su esposo, José Quiroga, no compartía el mismo entusiasmo, lo que llevó a su separación en 1883, tras la polémica por la publicación de La Tribuna y La cuestión palpitante.
Emilia fue una mujer viajada e interesada en diversas corrientes ideológicas, lo que la llevó a estar en contacto con figuras como Francisco Giner de los Ríos y a adoptar posturas feministas y patrióticas. Su relación con Menéndez Pelayo, sin embargo, se deterioró por diferencias intelectuales.
Publicó su primera novela, Pascual López, en 1879 y se mantuvo siempre vinculada a Galicia, aunque no fue apreciada por los galleguistas debido a su rechazo del regionalismo. Fundó y dirigió la revista Nuevo Teatro Crítico, y a lo largo de su vida trató de conciliar las ideas científicas con su fe católica, destacando por su versatilidad y vasto legado literario.
Emilia consolidó su carrera como novelista tras su viaje a Vichy, Francia en 1880, donde, además de tratarse su enfermedad hepática, comenzó a leer a escritores franceses como Balzac, Flaubert y Zola. En 1886, en una carta a Narcís Oller, expresó que pocos en España prestaban atención a lo que ocurría en el extranjero. Escribió las primeras páginas de Un viaje de novios en Vichy y se convirtió en una defensora del naturalismo zolaesco en España. En La cuestión palpitante (1883), abogó por un realismo armónico, lo que le trajo tanto rechazo como el apodo »Doña Verdades».
Mantuvo relaciones con autores de su tiempo como Zola, Daudet y Goncourt, y publicó reseñas críticas. Sus obras La Tribuna, Los Pazos de Ulloa y La Madre Naturaleza fueron vinculadas al naturalismo. También mostró interés por la novelística rusa y temas políticos en La Revolución y la novela en Rusia. En 1889 se trasladó a Madrid y, tras viajar a Roma, publicó Mi romería, donde sugirió un carlismo más conciliador. Aunque gozó de admiración por algunos contemporáneos, enfrentó críticas, especialmente de Clarín, quien atacó su »furor literario-uterino». Esto, junto con su feminismo, que defendió a través de artículos como La mujer española y actividades sociales, le trajo la oposición de sectores conservadores.
Pardo Bazán creó la Biblioteca de la Mujer y fue activa en el Ateneo madrileño, donde presidió la sección literaria en 1906. También se destacó en el Consejo de Instrucción Pública en 1910, y fue la primera catedrática en la Universidad Central de Madrid. Su revista Nuevo Teatro Crítico (1891-1893) reflejó su preocupación por la decadencia española y un creciente interés en América. Siguió escribiendo cuentos, novelas cortas y crónicas sobre el estado de España y los avances científicos, incluyendo el feminismo.
Su relación con autores como Galdós, Unamuno y Azorín marcó esta etapa, y sufrió la enemistad de Pío Baroja y Vicente Blasco Ibáñez. Al final de su vida, su pensamiento se inclinó hacia el conservadurismo, influida por su familia. A pesar de su prestigio, nunca fue admitida en la Real Academia Española. Emilia falleció en 1921, dejando un legado literario y feminista destacado, aunque con tensiones en la recepción de su obra por su condición de mujer.
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