Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 13 de marzo de 1869 – Madrid, 14 de noviembre de 1968) fue un destacado filólogo e historiador español, conocido por ser uno de los introductores de la filología científica en España. Proveniente de una familia asturiana, Menéndez Pidal creció como el más joven de varios hermanos que sobresalieron en diversos campos de las Humanidades, en un entorno marcado por la pérdida temprana de su padre.
Durante sus estudios, aunque su madre le instó a estudiar Derecho, encontró su verdadera vocación en la Filología y la Historia, influenciado por figuras como Manuel Milá i Fontanals y Federico Díez. Sus intereses lo llevaron a rechazar las corrientes políticas y sociales de su tiempo, enfocándose en un estudio riguroso y sistemático de la literatura, la lengua y la historia españolas, especialmente la Edad Media.
Menéndez Pidal es especialmente recordado por su trabajo sobre la épica española, comenzando con su investigación sobre el poema del Mio Cid, que ganó un concurso de la Academia Española en 1895 y su primer libro, La leyenda de los infantes de Lara (1896), que cuestionó la idea de que España carecía de una poesía épica nacional. Fue un pionero en la crítica textual en España, utilizando métodos científicos que incluyeron el estudio directo de manuscritos medievales y la exploración de los lugares relacionados con las acciones narradas en las épicas.
A lo largo de su carrera, Menéndez Pidal fue un ferviente defensor de la investigación y la educación científica. Fundó el Centro de Estudios Históricos en 1910, bajo el auspicio de la Junta para Ampliación de Estudios, lo que permitió el desarrollo de importantes proyectos de investigación en filología, historia y literatura española. Sus investigaciones incluyeron la recopilación de romances en la Península Ibérica y en comunidades sefardíes, y su trabajo en los archivos lingüísticos españoles es una de sus contribuciones más destacadas.
Menéndez Pidal también fue una figura comprometida con la cultura y la política, aunque mantuvo una postura inicialmente apolítica. Con el tiempo, sin embargo, se involucró en debates públicos, especialmente durante la crisis de la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República Española.
A lo largo de su vida, recibió numerosos honores y reconocimientos, incluyendo doctorados honoris causa por varias universidades europeas y americanas, y su legado fue institucionalizado en España a través de la creación de centros de investigación dedicados a su obra y la protección de su residencia, la Casa Menéndez Pidal. Su trabajo sentó las bases para el estudio moderno de la lengua, la literatura y la historia españolas, y su influencia perdura en la filología y la historiografía españolas contemporáneas.