CEMENTERIO MUNICIPAL DE GUADALAJARA

El cementerio se inauguró en 1840 a las afueras de la ciudad, siguiendo la moda de trasladarlos desde los centros urbanos por motivos higiénicos. Este primer camposanto, como otros de la época, sustituyó las necrópolis medievales cercanas a iglesias. En 1882 se amplió con el patio 2, dedicado a Nuestra Señora de la Soledad, que acogió a la alta burguesía. Las familias Guitián, Ripollés, Chávarri, Fernández Iparraguirre y Hompanera Calvo, entre otras, construyeron panteones ostentosos con símbolos como cruces, ángeles y relojes alados. Durante las excavaciones, se hallaron restos de las comunidades mudéjar y hebrea. La ampliación incluyó el levantamiento de muros, una capilla (1870) y la reja de la entrada. La capilla alberga al Cristo del Cementerio, una talla de origen desconocido procedente del Monasterio de Lupiana.

El patio 3, de 1890, destaca por el Panteón de los marqueses de Villamejor, diseñado por Manuel Medrano Huetos. Ignacio Figueroa y Ana de Torres adquirieron el terreno en 1896, dejando parte al Ayuntamiento. También sobresale el Panteón de Francisco Cuesta (1912), con una escultura de mármol atribuida a Manuel Garnelo. Cuesta, un hombre reservado, donó gran parte de su herencia a obras sociales.

El patio 4, conocido como Cementerio Civil, fue construido en 1927. En él se encuentra un memorial a los 976 caídos republicanos ejecutados durante la Guerra Civil. La Asociación para la Memoria Histórica ha realizado varias exhumaciones, como la de Timoteo Mendieta, que alcanzó relevancia internacional.

Los patios 5, 6 y 7, construidos en los años 80, carecen de panteones, pero muestran cómo han evolucionado las costumbres funerarias a través de lápidas artísticas y epitafios emotivos.

El cementerio posee siete patios, de los cuales los cuatro primeros son históricos y protegidos por la Ley de Patrimonio Histórico de 1986. En ellos destacan los panteones con escudos familiares, ejemplos de arquitectura significativa. Entre las figuras más destacadas se encuentra el Conde de Romanones, tres veces presidente del Gobierno bajo Alfonso XIII. Su panteón, construido en 1950, es de estilo racionalista. Aunque polémico por sus prácticas políticas, Romanones impulsó medidas como el matrimonio civil y la jornada laboral de ocho horas.

El patio 1, el más pequeño, está dedicado a la Virgen de la Antigua. Aquí se encuentran el Panteón de Tropa, para militares caídos en África, y la sepultura del doctor Layna Serrano, cronista provincial. Destaca también la Cruz de los Olvidados, un memorial a quienes fueron enterrados sin familia ni reconocimiento.

Susana Ruiz invita a visitar el cementerio no solo por sus obras artísticas, sino como reflejo de la historia de Guadalajara, mostrando las modas, valores y desarrollo de su sociedad a lo largo del tiempo.

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