Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina (Sevilla, 8 de marzo de 1806 – Madrid, 1 de abril de 1857) fue un destacado pintor, crítico y literato español, considerado uno de los máximos exponentes del romanticismo en la pintura española.
Nació en Sevilla en una familia hidalga, pero su vida estuvo marcada por la tragedia desde temprano: perdió a su padre en la batalla de Bailén cuando tenía apenas dos años. A pesar de las difíciles circunstancias, Esquivel mostró desde joven una inclinación por las letras y las artes, iniciando su formación artística en la Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, bajo la tutela de destacados maestros como José Domínguez Bécquer y Antonio Cabral.
Su carrera artística despegó en Sevilla, donde estableció su propio taller y fue protegido por personalidades influyentes. Sin embargo, en 1831, decidió trasladarse a Madrid para ampliar sus horizontes y perfeccionar su arte, ingresando en la Real Academia de San Fernando. En la capital española, Esquivel se integró en los círculos artístico-literarios más importantes de la época y participó en numerosas exposiciones, consolidando su fama con obras como La Transfiguración y La Muerte de Abel, esta última adquirida por la Reina Regente.
Su vida no estuvo exenta de dificultades: en 1839, una enfermedad lo dejó ciego, lo que provocó un paréntesis en su carrera. Gracias a la ayuda de amigos y mecenas, y a un tratamiento exitoso, recuperó la vista al año siguiente, reanudando su trabajo con vigor. Una de sus obras más destacadas tras su recuperación fue La Caída de Luzbel, presentada en 1841.
Esquivel es conocido principalmente por sus retratos, en los que destacó por su precisión y elegancia, retratando a figuras literarias y a la alta sociedad madrileña. Entre sus trabajos más célebres están La Lectura de Zorrilla y La Lectura de Ventura de la Vega en el Teatro del Príncipe, donde capturó a los intelectuales más prominentes de su tiempo.
A pesar de su éxito, Esquivel nunca alcanzó la preeminencia de otros pintores de su época, como los Madrazo, pero su legado como el pintor romántico más importante de España perdura. Fue también un prolífico escritor, autor de tratados de anatomía artística y biografías de pintores, contribuyendo al desarrollo teórico del arte en el siglo XIX.
Falleció en Madrid en 1857, dejando una importante huella en la historia del arte español.