Este actor, uno de los más destacados del romanticismo teatral español, nació en una familia cuyo padre era intendente de rentas. Debido a circunstancias políticas, la familia se exilió a Francia cuando él tenía catorce años. En París, su pasión por el teatro floreció, asistiendo a representaciones y aprendiendo las técnicas de la escuela francesa. Años después, gracias a su fluidez en francés, logró actuar en escenarios parisinos. En 1823, regresó a España y comenzó su carrera, influenciado por la escuela de Isidoro Máiquez, quien a su vez había estudiado en París.
Bajo la dirección de Juan Grimaldi, debutó en Madrid con una notable interpretación de Otelo. Posteriormente, brilló en teatros de Granada y Sevilla, y en 1832 fue nombrado profesor de Declamación en el Conservatorio de Madrid. Entre sus interpretaciones más destacadas están los papeles de Ruggiero, Manrique y Diego Mansilla, papeles que explotaban su genio enérgico y apasionado.
En 1838, fue invitado a París para interpretar a Hamlet en francés, logrando un éxito rotundo. Aunque se retiró temporalmente por motivos familiares, regresó en 1841 y protagonizó en 1844 el estreno de »Don Juan Tenorio» de José Zorrilla en el Teatro de la Cruz. Su imponente presencia, manejo de la esgrima y poderosa voz le aseguraron la admiración de críticos y compañeros de escena, especialmente por su dominio de los roles trágicos.