Rodrigo de Bastidas

  • 17823
  • ID Sepultura
Rodrigo de Bastidas

Descripción

SEMBLANZA DEL FUNDADOR RODRIGO DE BASTIDAS
Por: Álvaro Ospino Valiente
Presidente de la Academia de Historia del Magdalena

Sevilla y el Nuevo Mundo
La noticia del descubrimiento de nuevas tierras a un océano de distancia por Cristóbal Colón en 1492, despertó el interés de muchos hombres para enfilarse en las exploraciones marítimas indianas. La ciudad española de Sevilla, situada al sur del reino y en la zona central de Andalucía de gran influencia del islam español, se convierte en epicentro de un hervidero de gente influenciados por las primicias sobre las nuevas tierras descubiertas en las Indias Occidentales.

El puerto de las Mulas se convierte en puerta de entrada y salida de todas las mercancías de y para las Indias, de hecho, se creó la Casa de Contratación de Indias en 1503, para fomentar la navegación hacia los territorios españoles en ultramar en la reconocida Carrera de Indias. Marineros, aventureros y malhechores codiciosos, extasiados por los relatos de las riquezas en oro, perlas y especierías en grandes cantidades, aspiraban a embarcarse para canjear por cosillas pocas valoradas por los ingenuos naturales, “como cuentas verdes, azules y otros colores; espejuelos, cascabeles, cuchillos, tijeras y hasta espejitos”, aunado al respeto de poder sobrenatural que les infundía esos hombres vestidos de acero de pies a cabeza.

Panorámica de Sevilla en el siglo XVI
Panorámica de Sevilla en el siglo XVI

Rodrigo de Bastidas y su fecha de nacimiento

A pesar de no ser costera, Sevilla estaba inexorablemente vinculada al mar por el río Guadalquivir a través del comercio. Era un territorio de grandes convergencias culturales con todos los estratos sociales, un mundo andaluz tejido por griegos, romanos, árabes, cristianos y gitanos revestidos hasta nuestros días en multitudes de aspectos. En esa población nació Rodrigo de Bastidas, cuna de artesanos y toreros, influenciado por la música de guitarra, el baile del vientre, los azulejos, el ajuar doméstico, el vino y el aceite de oliva; caracterizada por los patios interiores de las blanquecinas casas andaluzas que enmarcan las calles rectas y estrechas, concepción heredada del urbanismo islámico. Sobre el lugar donde, vivió su infancia y adolescencia, el historiador Ernesto Restrepo Tirado, cónsul en esa ciudad hacia 1925, le escribe a Eduardo Bermúdez, dando cuenta de haber hallado la casa de Rodrigo de Bastidas en el barrio Triana, llamada la Casa de los Galápagos por un escudo que adornaba su fachada.

La fecha de su nacimiento en el arrabal de Triana es desconocida, varios son los autores que difieren al respecto, algunos dan el año de 1445, pero eso deduciría que tendría 82 años al momento de su muerte, una avanzada edad y expectativa de vida demasiada alta para su época, teniendo en cuenta lo duro de su oficio en estas zonas tropicales. Fray Cipriano de Utrera, religioso e historiador dominicano, fija el año de 1460; otros señalan 1473, pues en las Probanzas de Diego Colón y el fiscal de La Española donde lo presentaron como testigo en 1512, afirmó ser “de treinta y cinco años arriba”. Algunos coinciden con 1476 o 1477, como los más probables por un documento notarial firmado en 1509 en el pleito sobre Tapia, donde declara tener treinta y dos años.

La ciudad de Sevilla y su río Guadalquivir

Rodrigo de Bastidas y su formación marinera

Rodrigo de Bastidas creció en una atmósfera marinera donde los viajes exploradores a Indias serían los protagonistas, por ello las autoridades centraron su interés en la formación de los hombres de mar, inicialmente con la Hermandad de la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Aire que agrupó a propietarios de galeones, pilotos, maestres, carpinteros de ribera, etc., organizando como consecuencia los talleres de los astilleros; institución que adoptaría el nombre de Universidad de Mareantes como primera Escuela de Marinos de Sevilla. Al parecer fue educado para ser un gran marinero de ley, un lobo de mar, un hidalgo conquistador de tierras lejanas y desconocidas. Pocos detalles precisos se conocen de la juventud de Bastidas a quien se ha identificado como escribano de oficio, pero se trataría de un error. El historiador José Joaquín del Real demostró que esto fue incurrido por Martín Fernández de Navarrete, al equivocarse al momento de transcribir la abreviatura de “vecino” por la de “escribano” en una ejecutoria que, a petición suya, se expidió en Medina del Campo en 1504.

Fragmento del escrito de petición para poblar al Consejo de Indias, 1519

Rodrigo de Bastidas, faceta humana

Respecto a su aspecto humano, a Bastidas se le ha reconocido como un hombre bondadoso y de trato amable con los indígenas, aunque en su primera etapa como navegante explorador, por real cédula de octubre 30 de 1503, se le autorizó la captura y venta de los indios caníbales (Caribes) en zona permitida. En un viaje al llegar a la isla La Española, le descubrieron que llevaba cierto número de indígenas esclavizados por lo que el gobernador interino Francisco de Bobadilla le inició un proceso

En su segunda etapa a partir de 1521, afirma Gonzalo Fernández de Oviedo, que el adelantado fue bien recibido por los indígenas, al que pronto llamaron malibue que significaba “señor”. No obstante, este cronista fue nombrado gobernador de Cartagena por real cédula de marzo 18 de 1525, cargo al que renunció, motivado por el abuso de la gente de Bastidas al apresar centenares de indígenas para venderlos como esclavos y obtener dinero para pagar deudas. Lo cierto, es que Bartolomé de las Casas, fraile dominico y obispo español, nombrado oficialmente primer “protector de los indios”, afirmó que el fundador “era bueno, que no abusaba de los indios”. Este hecho de ecuanimidad con los aborígenes y castigo a los que se atrevían al abuso o someterlos a trabajo forzoso, cortando árboles o acarreándolos a la incipiente población para formar los armazones de las casas, fue una de las motivaciones para su atentado fatal.

El investigador dominicano Antonio Sánchez Hernández revela algunos datos íntimos hasta ahora desconocidos del fundador de nuestra ciudad en Relatos de Rodrigo de Bastidas. Cuenta que era el típico andaluz noble de familia acomodada, degustador del buen vino con pasión y enamorador con presteza, al mismo tiempo admirador de la religión cristiana que lo encaminaba a su enorme capacidad para el perdón y el recogimiento. Revela que en sus años mozos era un buen bailador y un coplero de medianoche, enamorado de la vida y del canto hondo, trasnochador por definición, aventurero patológico, viajero incansable y un digno andaluz formado en una tierra de gitanos y conejos. Ese aire gitano impenitente no se lo quitaba nadie, patentado en su forma de caminar, razonar, gesticular y conversar. Recalca que, así como era buen marinero y persona, así lo era también como comerciante, razón por la cual sacó de sus viajes beneficios cuantiosos, más que ningún otro explorador de los que le precedieron.

Rodrigo de Bastidas, hombre de familia

Rodrigo de Bastidas se casó con Isabel Rodríguez de Romera Tamaris de oficio encomendera, tuvieron dos hijos, el mayor, el futuro deán de la Catedral de Santo Domingo y obispo de Coro y Puerto Rico, llamado, al igual que su padre, e Isabel de Bastidas, que se encargaría de prolongar su árbol genealógico hasta nuestros días en esa isla. Según el historiador Sánchez Hernández, el gran amor del navegante fue Milagros Bustamante, a quien llamaba “Mila”, la milagrosa, que se dedicaría a la restauración de monumentos en Sevilla. Ellos se conocieron siendo adolescentes y el mar los separó, pero siempre fue para Bastidas su amuleto sentimental que lo acompañaría toda su vida en los momentos difíciles. En cuanto a sus propiedades, la prosperidad de los negocios de Bastidas, lo hicieron dueño de veinticuatro casas, once ingenios azucareros y ochenta esclavos.

Rodrigo de Bastidas, el navegante…

Abriendo el siglo XVI, los navegantes españoles solo contaban con las referencias geográficas y náuticas establecidas en los tres primeros viajes de Cristóbal Colón y el de Alonso de Ojeda finalizando el siglo XV. Había un consenso entre marineros y cartógrafos que estas tierras eran una prolongación oriental de Asia, hasta la publicación de la Cosmographia Universalis de Martin Waldseemüller en 1507. Los primeros viajes de Colón y las disposiciones establecidas en el Tratado de Tordesillas dejaron expeditas las rutas marítimas entre España e Indias, por lo que numerosos navegantes estaban prestos a embarcarse en las nuevas expediciones.

Rodrigo de Bastidas había acompañado a Cristóbal Colón en su segundo viaje en 1493. El 5 de junio de 1500 firmó una Capitulación con la Corona española para descubrir “islas e tierra firme a las partes de las Indias, o a otra parte”, aquellas tierras no visitadas por Colón u otros navegantes, así como las no pertenecientes a los lusitanos, este sería el cuarto viaje menor andaluz. El acuerdo señalaba que la monarquía se reservaba la cuarta parte del beneficio que se obtuviera en el viaje, descontados los gastos de la expedición, otorgándole además jurisdicción civil y criminal. Se asoció con unas veinte personas para reunir el costo del viaje, fletó dos bajeles y zarpó en dos naves: San Antón y Santa María de Gracia, más un bergantín y un chichorro, desde el puerto de Cádiz a finales de septiembre de 1501. Iba acompañado de Vasco Núñez de Balboa y del cartógrafo Juan de la Cosa que había regresado de su viaje a Tierra Firme.

Lo primero que tocaron fue la isla de Guadalupe, luego recorrieron el litoral venezolano, pasaron por la bahía de Santa Marta, la desembocadura del río Magdalena y el golfo de Urabá, luego llegaron a las costas panameñas en Puerto del Retrete, donde deciden retornar a España. Las embarcaciones se afectaron con el “mal de la broma”, decidiendo repararlas en una isla cercana a La Española, pero dos tormentas las destruyeron, teniendo que marchar a pie en tres columnas a Santo Domingo donde tenían prohibido su estadía conforme a la Capitulación. Por ello, fueron apresados por el gobernador Francisco de Bobadilla al haber rescatado con los indígenas y repartido armas durante sus arribadas a esa población. Le inició un proceso y encarceló hasta mediados de 1502, cuando llegó el nuevo gobernador Nicolás de Ovando, que dispuso su regreso a España, tras firmar una fianza por los cargos. La flota fue sacudida por un huracán salvándose varias embarcaciones, entre ellas donde viajaba Bastidas. Llegaron a Cádiz en septiembre de 1502. El 3 de abril de 1503 se presentó en Alcalá de Henares ante los reyes y se defendió de las acusaciones, siendo absuelto en diciembre de ese año.

Galeón español del siglo XVI

Bastidas fijó su residencia en Santo Domingo

La fama de la riqueza de la región caribeña excitaba a los hombres de acción de España, el siglo XVI fue de opulencia para la isla La Española, todos los navíos recalaban en sus aguas cargados de mercadería y retornaban, primero con cargamento de oro, y después con otros productos como azúcar. Durante la primera década de esa centuria, Santo Domingo (República Dominicana), se consolidaba como el centro comercial de España en el Caribe. Rodrigo de Bastidas para esa época organizó un nuevo viaje a las Indias con la Capitulación de febrero 14 de 1504 y motivado por rescatar oro, pero no tuvo efecto por los reclamos de Cristóbal Colón. Ese año cambia radicalmente de actividad, motivado con la creación de la Casa de Contratación de Indias el año anterior, pasa de ser un navegante a hombre de negocios, asociándose con Alfonso Rodríguez para llevar mercancías de España a la isla La Española, luego acompañado de su mujer e hijo se radican definitivamente en Santo Domingo donde construyó una enorme casa, dedicándose a diferentes negocios. Remitía expediciones esclavistas de los feroces indígenas Caribes que rechazaban el comercio a las islas Lucayas (actual Bahamas), vendía herramientas y tejidos europeos, fomentó varios hatos de ganados, compró haciendas, prestigio que lo llevó a ocupar el cargo de alcalde de esa ciudad.

La fundación de la ciudad de Santa Marta
Los negocios iban viento en popa en 1519, hasta que decidió rematar la renta del almojarifazgo por tres años, resultando un mal negocio, que le motivó regresar su vocación de explorador. Por real cédula del 22 de diciembre de 1521, se le otorgó a Bastidas la gobernación de la provincia de Santa Marta desde el cabo de la Vela hasta la desembocadura del río Magdalena. Pero no la pudo cumplir por su grave situación económica y la falta de personal, que lo obligaron a aplazar su proyecto. Más tarde, los reyes españoles le reiteran la necesidad de poblar en Tierra Firme con una nueva Capitulación firmada el 6 de noviembre de 1524 en Valladolid, para que viniera a poblar la provincia y puerto de Santa Marta.
Entre sus principales disposiciones estaba asentar una población, construir una fortaleza para ocho soldados y dotarla con cuatro bombardas. Le ordenaban traer por lo menos cincuenta vecinos de los cuales quince fueran casados y que fueran acompañados de sus mujeres, se le facultaba repartir los solares, aguas y tierras a los pobladores durante el tiempo de seis años. Igualmente, la exención de alcabalas, reducción de diezmos sobre las riquezas, lo autorizaba para explotar la pesquería de perlas, el corte de palo de Brasil y guayacán, fabricar navíos, permiso para el sometimiento de los indígenas y llevar doscientas vacas, trescientos puercos, veinticinco yeguas y otros animales de cría, con el firme propósito de establecer la actividad agropecuaria; por último, se le permitía ejercer el comercio, aspecto importante para la subsistencia del nuevo asentamiento.

Se hace a la mar al mando en su nave capitana “La Santiago” y cuatro carabelas, fundando la ciudad de Santa Marta el 29 de julio de 1525. Formaban el Estado Mayor de Bastidas, el teniente Pedro de Villafuerte, el maestre de campo Rodrigo Álvarez Palomino, el contador Francisco de Vallejo; los capitanes Gonzalo de Vides, Antón de Palma, Juan de Céspedes y Juan de Rivera; los oficiales Antonio Díaz Cardoso y Alonso Martín; además el clérigo presbítero Juan Rodríguez y el contador real Juan de Ledesma. También, Juan de San Martín, Juan Bermejo, Alonso Martín, Francisco Lorenzo, Francisco de Aracena, Gaspar Gallego, Gonzalo Cabrera, Iñigo de Vasconia, Juan Blázquez, Juan de Tapia, Martín de Roa, Martín Yáñez, Pedro de Porras, Hernando y Francisco de Hoyos, Sierra de Jerez, Rodrigo de Narváez y el mercader Antonio Ponce; igualmente Sebastián Méndez, Diego Bernal y Gaspar Mateo. Otros conocidos por sus apellidos como Montalvo, Montesino, Merlo, Barrantes, Cancino, Carrión Escobar, Ortuño, Ortiz, Pizarro, Samaniego, Serna y Triviño.

Plano de Santa Marta, 1551

El atentado fatal a Bastidas

Al establecerse Rodrigo de Bastidas, fundador de Santa Marta, trató de manera pacífica con los indígenas de Gaira, Taganga y Dursino, realizó unas entradas a las sementeras de Bonda y Bondigua obteniendo un gran rescate de oro. Su avanzada edad y las primeras manifestaciones de gota tras largas caminatas subiendo y bajando montañas, una enfermedad compleja de artritis, caracterizada por ataques repentinos y graves de dolor a menudo en el dedo gordo del pie, le impedía caminar. En una ocasión tuvo que llegar a Taibo, una población indígena, cargado en una hamaca con la ayuda de varios indígenas.

Tras acumular cierta cantidad de riqueza, una parte de las huestes pidió repartirla, pero les explicó que debía inicialmente cancelar las deudas adquiridas por la expedición, lo que provocó una inconformidad que se agravó por el duro trabajo de levantar la ciudad, cortando y transportando madera. Pedro de Villafuerte, su teniente general y primer alcalde de Santa Marta, planeó una conjura contra Bastidas, varios hombres entraron una noche a su bohío, propinándole cinco cuchilladas. Ante los gritos, Rodrigo Álvarez Palomino y sus hombres de confianza lo auxilian, los conspiradores huyeron a los montes, pero logró capturarlos y enviarlos a Santo Domingo donde fueron ahorcados. Bastidas logró recuperarse de cuatro heridas, una última empeoraba, por lo que decidió recuperarse en su casa de Santo Domingo. Vientos contrarios lo llevaron a la ciudad de Santiago de Cuba, hospedándose en la casa de la portuguesa Mayor de Acevedo, donde falleció el 28 de julio de 1527 a causa de una infección en la herida, doce días después de haber zarpado de Santa Marta. Sus restos se enterraron en la Catedral de esa ciudad, grabándose esta inscripción en su tumba:

Aquí yace su manida

don Rodrigo de Bastidas

que con crueles heridas

acabó la dulce vida.

Tuvo pujanza y valor

de riqueza copia hasta

y ansí gobernador

Luego, sus restos fueron exhumados por su hijo y llevados a Santo Domingo, siendo depositados en la Basílica Menor de Santa María de la Encarnación. Cuatro siglos después, la ley 87 de 1944 dispuso trasladarlos en decorosa custodia hasta Santa Marta para ser colocados en la Catedral Basílica Menor; sin embargo, solo hasta el 18 de septiembre de 1953, llegaron a la ciudad, recibidos por el alcalde Juan Ceballos Pinto y el obispo Bernardo Álvarez Botero para ser colocado en el mausoleo.

Barcos conducidos por Rodrigo de Bastidas y Álvarez Palomino
pasan del puerto de Santo Domingo en la isla Hispaniola rumbo a Santa Marta, 1707

La estatua del fundador Rodrigo de Bastidas
Con motivo del IV Centenario de la fundación de la ciudad de Santa Marta (1525-1925), Ernesto Restrepo Tirado, cónsul en Sevilla (España), firma un contrato con el escultor sevillano José Lafita el 18 de marzo 1925, para la elaboración de la estatua del fundador Rodrigo de Bastidas vaciada en bronce con su pedestal. Mientras llegaba la escultura, el Concejo Municipal de Santa Marta aprueba en primer debate en febrero de 1927, el plano levantado por el ingeniero Ángelo Venturi de la Empresa del Ferrocarril en cuyo futuro parque se colocaría la estatua, para ello había que correr el ramal de la ferrovía paralela al mar.

Restrepo Tirado mediante carta dirigida a Eduardo Bermúdez el 21 de septiembre de 1928, informa que ya había trasladado la estatua y sus ornamentos en cuarenta y dos guacales con el pedestal desarmado a Cádiz de donde saldría veinte días después en el barco Buenos Aires hacia Barranquilla y luego a esta ciudad. La estatua se colocó en el Paseo Peatonal Rodrigo de Bastidas, principal espacio público de la ciudad que corre paralelo al mar Caribe.

En respuesta a una carta que enviamos al cantautor samario Carlos Vives con motivo de su gestión para la invitación al rey Felipe VI de España a los actos de celebración del Quinto Centenario de la fundación de la ciudad de Santa Marta en 2025, nos cuenta que en los libros del historiador Arturo Bermúdez, descubrió que las cuatro caras en bronce diseñadas para el pedestal del monumento a Bastidas nunca llegaron a la ciudad. En ellas, se contaba a los samarios cuatro momentos importantes de nuestra fundación, incluido su asesinato, la razón fue que durante la guerra civil española las fundieron para hacer balas.

Estatua de Rodrigo de Bastidas en Santa Marta

Por fortuna, Carlos Vives se dio a la tarea de buscarlas y conoció en Sevilla a la nieta del escultor José Lafita, quien le contó la historia y después de una larga pesquisa pudo conseguir los diseños de los moldes originales. Para la restauración del Paseo Peatonal Rodrigo de Bastidas, gestionó desde su Fundación Tras la Perla, su fabricación para finalmente ocupen el lugar que esperó durante un siglo.

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